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Gobierno corporativo y Covid-19: desafíos y respuestas

4 agosto, 2020

Comenzamos el año 2020 con desafíos nunca imaginados o previstos por las empresas. Ninguna empresa habría imaginado en diciembre de 2019 que la aparición de una nueva variante del virus SARS-CoV-2 en la ciudad china de Wuhan se transformaría en el desafío que definiría su reputación corporativa. En seis meses, el virus ha llegado a más de 180 países y supera la decena de millón de casos confirmados en todo el mundo.

¿Estaban las empresas y sus políticas y procedimientos de Gobierno Corporativo preparados para este escenario? Igualmente, podemos referirnos a la importancia de la integridad corporativa en este entorno de alta incertidumbre y riesgo.

Cuando hablamos de integridad bajo un contexto de valor, pensamos inmediatamente en características tales como la honradez, la rectitud y la probidad. En ese mismo sentido, la integridad corporativa comprende las características que son adoptadas por una empresa para conducir sus negocios y que generan confianza en sus clientes y en la sociedad en la que participan. Al igual que para las personas, para las empresas la integridad es un valor que atiende a internalizar la ética en la organización y a prevenir y mitigar eventos de fraude y corrupción.

Sabemos que los factores de riesgo de fraude aumentan en un momento de crisis, porque las empresas y los individuos enfrentan más presiones financieras. La oportunidad de fraude aumenta si los controles internos clave se debilitan y las personas encuentran más fácil racionalizar sus acciones en un contexto donde hay que tomar decisiones significativas muy rápido. Todo fraude requiere la presencia de estos tres elementos: oportunidad, presión y racionalización (conocido como el “Triángulo del Fraude”). Covid-19 ofrece los tres y más.

En gran medida, el reto al que las empresas se enfrentan con la crisis del Covid-19 es, precisamente, conciliar resiliencia empresarial con integridad. Por ello, sin prácticas de gobierno corporativo robustas, una empresa es presa fácil para la toma de decisiones desacertadas o desviadas de sus políticas internas en escenarios complicados.

¿Cuál sería la definición o concepto de integridad en ese momento? La integridad puede ser un concepto más holístico que incorpora los principios morales que subyacen a las prácticas comerciales éticas, mucho más que simplemente cumplimiento, particularmente durante la actual crisis del coronavirus. Si bien los valores de la empresa que subrayan un programa de cumplimiento bien desarrollado actuarán como un buen punto de partida para esta investigación, las empresas también deben prestar mucha atención a lo que los empleados, clientes, partes interesadas y el público en general consideran que es un comportamiento corporativo apropiado durante este proceso (Lewis-Palmiere 2020).

Tres grandes motivos explican por qué las empresas socialmente responsables deben esforzarse por permanecer íntegras en un contexto de crisis como el del Covid-19: primero, porque cualquier “apagón ético” en estas circunstancias conllevará un gran costo (Corporate Excellence, 2020; Fontrodona y Sanz, 2015); segundo, por pura coherencia interna con los propios principios, valores y compromisos libremente adquiridos, traducidos en gran medida en atender las necesidades de todos los stakeholders (WEF, 2020).

Las empresas que demuestren un actuar íntegro y solidario frente a su fuerza laboral y sus clientes en medio de la pandemia generarán más valor a largo plazo que aquellas que solo están pensando en sobrevivir a la crisis. La fidelidad de un cliente puede perderse o ganarse por un solo acto de la empresa, al igual que su sostenibilidad. En Panamá hemos visto muchos ejemplos de organizaciones y empresas que han dado grandes muestras de humanidad a pesar de la sensación de falta de control e incertidumbre que la Covid-19 ha generado.

La integridad como herramienta para enmarcar el propósito y los valores de una empresa ahora es más importante que nunca y las empresas deben reflexionar sobre su enfoque al enfrentar el desafío de ayudar a sus clientes, a aquellos en sus cadenas de suministro, en algunos casos a sus competidores y, ciertamente, a su comunidad (Deloitte, 2020).

La pandemia ha comprometido potencialmente la capacidad de llevar a cabo un monitoreo, supervisión regulatoria y supervisión de cumplimiento efectivos, creando una apertura para el comportamiento criminal y antiético. Al mismo tiempo, la cultura de integridad más amplia de la organización se ve amenazada: el fin se utiliza para justificar los medios.

Es por esta razón que la importancia de internalizar la integridad corporativa como parte medular del gobierno corporativo de una empresa se hace más evidente, lo cual va más allá de la necesidad de esperar soluciones regulatorias cuando debe constituirse la integridad en un valor cultural que la empresa debe preservar y proteger de la misma manera que protege sus activos, sus recursos y capital de trabajo.

La primera tarea de la gestión de crisis es identificar la situación actual y formar una visión precisa de cómo podría evolucionar, derivando implicaciones para la organización (McKinsey 2020).

Definir claramente roles, responsabilidad y autoridad, acciones críticas y líneas de reporte es un elemento constitutivo del concepto de integridad, porque apunta a la eficacia y a la eficiencia competitiva.

Las funciones y responsabilidades de las personas y sus atribuciones clave deben estar claramente definidas y separadas en la estructura organizacional. Los procesos deben definirse describiendo cómo se toman las decisiones y quién las toma. Esto garantiza que la gerencia media y los empleados sepan a quién informar, qué información proporcionar y a quién escuchar.

A manera de conclusión, la integridad corporativa promueve un liderazgo proactivo, que desarrolle y demuestre compromiso con los valores ya inherentes a la empresa, a fin de cumplir con los desafíos actuales y permitan que las empresas generen confianza a sus accionistas, clientes, proveedores, acreedores, empleados y demás grupos de interés sobre la sostenibilidad de la empresa. Los procesos de resiliencia son la clave para afrontar las crisis con una mejor reputación, tanto interna como externa. El futuro de muchas organizaciones dependerá de su capacidad de adaptarse a situaciones adversas, sin perder la integridad y la solidaridad en el camino.

Foto: Imagen de Engin Akyurt en Pixabay

Ivette E. Martínez S
La autora es abogada corporativa y mercantil con más de 25 años de práctica profesional

Marcelo Deschamps de Alvarenga
Socio fundador de MD8 Consulting y especialista en gobierno corporativo, regulación, supervisión del mercado de valores.
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